«Paco Martínez», In Memoriam; por Carmen Gómez Asorey
Tener un amigo. Conservarlo.
Seguirle con la mirada. Cuando ya no está aquí y seguir viéndole y esforzarse en buscarle, escucharle o leerle, cuando uno sabe que no le verá más. Eso es llorar.
Jacques Derrida
(en la muerte de Jean Marie Benoist)
Pepe Morán me ha pedido que escriba sobre Paco y no puedo negarme. Es una dura tarea porque la precisión en la palabra, el manejo del lenguaje y la corrección gramatical que Paco tenía hacen que estas notas “no sean dignas”, pero sobre todo, porque su ausencia es dolorosa y la tristeza está demasiado presente.
Las referencias profesionales que se hicieron en este blog hace apenas tres meses recogían muy bien lo que significaba Paco en “este mundo de la inspección”, pero me gustaría completar ese magnífico resumen de Pepe con algunos matices que muchos amigos, estoy segura, comparten.
Si Paco participó activamente en nuestra primera etapa de inspectores, proveníamos del mundo asistencial, en la adecuación de los servicios a los afectados del síndrome tóxico era porque le importaban los pacientes, le importaban las personas y, aunque a veces le irritaran las peticiones que en nombre de los afectados se hacían, intentaba no ser tan duro “con la norma” porque, como el decía…, “en la Moraleja no hay afectados por el aceite de colza y en Alcalá de Henares, sí”.
Si Paco en Orcasitas, de inspector de base, como él se llamaba, movió activamente la inspección de la zona sur, no era porque quisiera ser un cumplidor extremista de la Ley, sino porque consideraba que los vecinos de Orcasitas tenían derecho a que sus médicos estuvieran en la consulta, al menos, el tiempo que “marcaba” la norma, las famosas dos horas y media, y garantizar que los suplentes fuesen médicos y especialistas; tuvimos muchas sorpresas.
Si Paco se empeñó en que se utilizaran jeringas y agujas de un solo uso no era para buscar otro frente reivindicativo ante el director de la Sectorial sino porque en esa época ya se tenía suficiente evidencia científica del papel princeps que tenían las agujas en la transmisión de la hepatitis B y C (todavía se llamaba no A no B) y como el decía: “esto también es Salud Pública”.
Si Paco animaba a la participación, en el Ambulatorio de Modesto Lafuente, de los inspectores recién incorporados no era porque quisiera poner nervioso al Director Provincial de turno, sino porque consideraba un “crimen” que a los más jóvenes e ilusionados que se incorporaban se les enmoheciera el cerebro y se contaminaran con las funciones tradicionales de las inspecciones, un tanto rancias.
Si Paco, como Jefe de Servicio de Asistencia Sanitaria de la Subdirección de Atención Primaria, trabajó intensamente por la “Reforma de la Atención Primaria” en todo el Estado y estudió y leyó como nadie modelos posibles y se documentó rigurosamente para escribir los mil y un borradores del famoso “Decreto 137 sobre Estructuras Básicas de Salud”, piedra angular de la Atención Primaria en este país, no era porque tuviese ganas de discutir con el Ministerio de Sanidad desde el Insalud, sino porque quería un modelo moderno de Servicios Sanitarios para una sociedad democrática que garantizara los derechos de los pacientes basado en el conocimiento y que no se convirtiera en un sistema excesivamente doctrinario.
Si Paco “jerarquizó a morir” las plazas de Especialistas en Madrid e innovó en sistemas de contratación no era porque quisiera que los médicos “estuvieran más horas”, sino porque creía que debía existir un nexo de conocimiento fluido entre los servicios especializados de dentro y fuera del hospital, un flujo de conocimiento entre profesionales y contribuir a lo que hoy seguimos insistiendo en la “coordinación entre niveles”.
Si Paco se inventó los grupos de trabajo que luego llamábamos en broma “las brigadillas” no era porque quisiera tener al “brazo armado de la inspección”, sino porque quería contribuir a la integración de inspectores y hoy subinspectores en las áreas de evaluación, “nicho fundamental” de la inspección, y abrir todo un mundo de conocimiento que estaba por descubrir.
Si Paco no quería que los “muertos” tuvieran tanto peso en el quehacer diario de la Subdirección de Planificación en la Consejería de Salud no era porque no valorara y conociera la importancia de la mortalidad, sino porque pensaba que la información sanitaria era mucho más y tenía que crecer en complejidad y cobertura para también tener información de los vivos.
Si Paco entró de lleno en la Comisión de Seguimiento del Seguro de Responsabilidad Civil desde la Dirección General del Insalud, en la importancia del informe de los inspectores y en todo el desarrollo de la Gestión de Riesgos Sanitarios, para lo que trabajó y escribió incansablemente, era porque sabía que la Medicina es probabilística y errar es humano.
Entretejidos a estos comentarios han estado muchos compañeros que fueron acompañando en esas tareas a Paco, como jefes, como colaboradores, como amigos y que han sido claves en la puesta en práctica de muchos de sus proyectos. A ellos, me gustaría decirles que Si Paco no fue más explícito en su amistad y cariño era porque su afecto era grande y no podía reducirlo a palabras.
Y terminando como empecé, aunque, de vez en cuando, le hartara Derrida, no me queda otra cosa que decir que nosotros, los supervivientes, tenemos su mundo en nosotros y le echamos de menos.
Quienes conocieran mejor a Paco sabrán de su gran afición por la música clásica. Como parte de este reconocimiento que le rendimos, incluimos a continuación una de sus obras preferidas: el Concierto en E menor, Opus 85 (primer movimiento, Adagio-Moderato) de Elgar, interpretado (Cello) por Jacqueline Du Pré.
Por último, recordamos a todos sus amigos y compañeros, como ya anunciamos en este blog, que a las 20:30 h del 10 de septiembre, se celebrará un funeral por nuestro querido compañero y amigo, en la Iglesia de San Ginés, en la C/ Arenal, 13 de Madrid. Ver mapa de ubicación más abajo.
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