La
Inspección Sanitaria en
La Rioja viene padeciendo, desde el momento en que se consumaron las
“transferencias sanitarias” (RD 1473/2001), un
grave proceso de deterioro, tanto en el plano orgánico como funcional. Los artífices de dicha situación son personas con responsabilidad en la sanidad riojana que, con absoluta intencionalidad, han abocado a la Inspección Sanitaria al estado de
marginalidad en el que actualmente se encuentra.
Resulta, por demás significativo, que la Inspección Sanitaria, que se encuentra adscrita orgánica y funcionalmente a la
Consejería de Salud,
no figura en el organigrama de ésta como unidad o servicio,
careciendo además de jefatura específica. La única referencia a la Inspección Sanitaria se encuentra en la enumeración de las
funciones asignadas a una de las direcciones generales de dicha consejería, la
Dirección General de Aseguramiento Acreditación y Prestaciones.
Carecemos, desde las transferencias, tanto de un
Reglamento propio, como de un
Plan de Inspección que fije programas, objetivos y recursos. Tampoco disponemos de
protocolos o guías de actuación.
Se ha pretendido que
nuestras funciones, en el modelo sanitario de La Rioja, sean
marginales y para ello no han dudado en despojarnos de cometidos básicos que siempre hemos desarrollado. No realizamos ningún tipo de control o
auditoría sanitaria, ni a centros propios ni a concertados, desconociendo, a pesar de haberlos pedido, los conciertos y convenios por los que se establecen las condiciones de acceso y prestación de servicios sanitarios con cargo al Sistema Público (
Ley 2/2002, de 17 de abril, de Salud de La Rioja) y, por lo tanto, nos han
excluido de la tutela técnica que tradicionalmente hemos desarrollado. Es más, de manera premeditada se ha
encomendado la realización de dichas tareas a técnicos de la administración general, que no son inspectores ni subinspectores sanitarios, aunque nos consta que se presentan a terceros como inspectores en el desempeño de su trabajo y que, por supuesto, carecen de los conocimientos, competencias y experiencia requeridas (no queremos hablar de
objetividad e independencia) para desarrollar dichas funciones (
Ley 2/2002, de 17 de abril, de Salud de La Rioja).
Esta situación que venimos denunciando, se concreta en que nuestras
funciones han quedado reducidas, prácticamente, al
visado de recetas y a la
gestión del control de la IT, con la excepción de las
bajas laborales del personal funcionario y estatutario, para cuyo control ha sido contratada una persona
interina; a pesar de que dicho cometido podría haber sido asumido sin problema por la plantilla actual de la inspección sanitaria (cinco inspectores y cinco subinspectores). Para mayor abundamiento se ha ubicado a dicho profesional en un centro de trabajo distinto al del resto de la Inspección y sin ningún contacto ni colaboración con la misma.
Dan incluso una paso más, hasta llegar a
relegar y denostar a profesionales concretos de la Inspección Sanitaria que, a pesar de contar con una dilatada e intachable trayectoria profesional, han sido condenados a la realización de
tareas impropias de su cualificación; privilegiando, merced a intereses espurios, a otros profesionales, interinos o de reciente ingreso.
El último ejemplo de este trato vejatorio, queda reflejado en el hecho de que en el contexto de la
formación continuada, dirigida a la Inspección Sanitaria, que promueve el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, a través de la Encomienda de Gestión suscrita (2011) con la Escuela Nacional de Sanidad, la Comunidad de La Rioja ha enviado para su participación en el
“Diploma de Especialización en Métodos y Técnicas de Evaluación e Inspección de Servicios Sanitarios” (METEISS), a una técnico sin ninguna relación con la Inspección de Servicios Sanitarios. Y que, además, no es ni médico, ni enfermero, ni farmacéutico, y todo ello con el agravante de que lo había solicitado un médico inspector por oposición con más de 20 años de servicios prestados, desplazado por la citada.
Evidentemente, esta
discriminación se hace patente también a otros niveles, como el
retributivo, pues a pesar de que La Rioja se sitúa, en los últimos años, entre las comunidades que mejor cumple los objetivos de control de IT a nivel estatal, por lo que la Comunidad Autónoma recibe una importante suma en virtud de los
convenios suscritos con el INSS, jamás la Inspección Sanitaria ha recibido
incentivo de ninguna clase, ni dotacional, ni destinado a formación, ni tampoco económico y, por supuesto, se nos ha negado el acceso a la
“carrera profesional”.
Algunos de los aspectos que manifestamos ya son conocidos por algunos compañeros, puesto que en el
Congreso Nacional de Inspección Sanitaria celebrado en Valencia 2010 fueron expuestos por el
Dr. Luis Garrido, Presidente de la FAISS, en su ponencia relativa a la situación de la Inspección Sanitaria en el SNS, llegando en dicha ocasión a dar públicamente
“el pésame” a los representantes de La Rioja, por lo precario de su situación.
Como todos sabemos, la Administración ha de regirse, entre otros, por los
principios de eficacia y transparencia, afectando su inexistencia a los ciudadanos, que padecen las consecuencias derivadas de la
inequidad y arbitrariedad, en el caso que nos ocupa, al no disponer de datos objetivos acerca del funcionamiento de unos servicios sanitarios que se financian con sus impuestos y de cuyo óptimo funcionamiento ha sido la
Inspección Sanitaria garante por excelencia.
En los tiempos que corren y aunque solo sea en aras de la
eficiencia, no se entiende que se mantengan
semiociosos a unos profesionales de la Inspección Sanitaria capaces y dispuestos, mientras se contratan interinos. Por ello,
demandamos recuperar las funciones que históricamente ha venido desempeñando la Inspección Sanitaria, que son garantía de un adecuado funcionamiento del Sistema Sanitario Riojano. En suma, compañeros,
revindicamos respeto, trabajo y dignidad.
Junta Directiva de la Asociación Riojana de Inspección de Servicios Sanitarios (ARISS).