28 de julio de 2009

Paseo por la Exposición Antológica de Joaquín Sorolla en el Museo del Prado; por F Mena

Pepe Morán es mi amigo. Pepe me estima demasiado. ¡Pepe me mete en líos! Hace unos meses me pidió unos comentarios para este blog sobre Sorolla y la exposición antológica que le dedica el Museo del Prado desde el 26 de mayo al 6 de septiembre. Yo no he hecho esto nunca y me he retrasado (¡resistido!) todo lo posible. Yo sólo soy un muy modesto aficionado a la pintura pero, allá vamos. Os recomiendo que vayáis a la exposición. En el fondo, para eso son estos comentarios. Intentad ir con tranquilidad, en horas de menos visitantes. Tomaros un café o un bocadillo en el bar del museo, visitad la tienda, llenaros del nuevo Prado y luego prepararos para inundaros de la luz mediterránea, del sol, del agua, de la vida.

Cartel de la Exposición Antológica de Joaquín Sorolla en el Museo del Prado

Cartel de la Exposición Antológica de Joaquín Sorolla en el Museo del Prado.

Sorolla es un pintor bien conocido pero para mí tuvo dos descubrimientos. Uno, al visitar su Casa Museo en Madrid donde se puede apreciar su mundo personal, su “ambiente de trabajo”: no os lo perdáis. El otro momento fue la exposición de no hace mucho tiempo en “el Thyssen” en la que “se enfrentaban” Sorolla y Sargent, un pintor norteamericano, coetáneos y ambos con gran éxito comercial. Y es que una de las cosas que llaman la atención de Sorolla es que, habiendo nacido en 1863, en Valencia, en una familia modesta, huérfano desde muy pequeño, criado por un tío, al cabo fue un pintor sumamente reconocido en su época tanto dentro como fuera de España, especialmente tras ganar el Gran Prix de la Exposición Universal de París de 1900 con ¡Triste herencia!. Este reconocimiento, su buena situación económica, ¡el ser figurativo!…quizás por todo eso, a veces, no se le ha considerado como uno de los grandes pintores españoles.

¡¡Otra Margarita!!. Óleo sobre lienzo, 1892. Saint Louis.

¡¡Otra Margarita!!. Óleo sobre lienzo, 1892. Saint Louis.

La exposición tiene un orden cronológico. Se inicia con El Palleter declarando la guerra a Napoleón con el que la Diputación de Valencia le premió para estudiar en Roma y visitar París y allí conocer a los clásicos y también a las vanguardias de finales del XIX.
Luego aparece el Sorolla “social” con, para mí, dos cuadros dramáticos: Trata de blancas y ¡Otra Margarita!. Mirad sus caras, mirad el ambiente sórdido de aquellos trenes de bancos de madera que alguno aun recordamos.
Pasan cuadros de oficios marineros y empiezan a aparecer los blancos y la luz y no puedo dejar de recordar, con todas las diferencias, a los blancos paños de los monjes de Guadalupe de mi paisano Zurbarán. Y avanzamos un poco y aparece un cuadro magnifico, Madre, donde el blanco y sus matices reinan absolutamente para sólo dejar dos “manchas”: la carita de la hija recién nacida del pintor y la cara agotada por el parto de la madre. Acercaros y mirad los ojos entreabiertos de la niña.

Madre. Óleo sobre lienzo, ¿1895?-1900. Madrid, Museo Sorolla.

Madre. Óleo sobre lienzo, ¿1895?-1900. Madrid, Museo Sorolla.

Ya, en ese momento de la exposición, vemos el viento y vemos la luz implacable del Mediterráneo colándose entre emparrados y cañas. Y vemos a la gente trabajando con sus aperos y vemos a los bueyes luchando con el mar y con las barcas y, si soy sincero, aprecio cierta rigidez en los hombres, como si Sorolla dominara mas el viento, la luz, las velas y el agua y los hombres, en cambio, se “paralizaran” en el instante.
Vamos pasando por las salas y algunos visitantes se van cansando, se sientan y dejan atrás retratos y desnudos que te llevan a recordar composiciones de Velázquez, colores de Velázquez y esta influencia se deja ver sin pudor, como un homenaje al maestro, como si estuviera aprendiendo honradamente de él.

Chicos en la playa. Óleo sobre lienzo, 1909. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Chicos en la playa. Óleo sobre lienzo, 1909. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Así, quizás con menos gente alrededor, llegamos a la sala con los cuadros más conocidos del pintor y los podemos apreciar con más tranquilidad. Y allí aparece nuevamente con toda su plenitud el Mediterráneo, el verano. Seguro que muchos vamos a recordar a nuestros hijos pequeños cuando, con el sol tremendo de las playas, en las mañanas o al atardecer, los vemos tumbados en la orilla, embadurnados de arena, de agua, de sal. Las pieles bronceadas y brillantes por el sol y el mar: son Los chicos en la playa.

Paseo a la orilla del mar. Óleo sobre lienzo, 1909. Madrid, Museo Sorolla.

Paseo a la orilla del mar. Óleo sobre lienzo, 1909. Madrid, Fundación Museo Sorolla.

Y es el viento y la luminosidad en Paseo a la orilla del mar.
Y es el mar y las olas y sus reflejos en El balandrito. Y todo parece fácil, todo en Sorolla parece fácil y lo que ocurre es que es una pintura que se entiende, que se siente, que el dominio del pintor hace que te llegue al interior de tus sentidos con sencillez y con facilidad. Y en esta sala la emoción llega rápidamente si miras despacio. El mar se oye, el viento se nota. Al fondo, un muchacho saca a un caballo mojado del mar en una escena milenaria, intemporal, mil veces repetida en todas las orillas de nuestro mitológico mar.

La siesta. Óleo sobre lienzo, 1911. Madrid, Museo Sorolla.

La siesta. Óleo sobre lienzo, 1911. Madrid, Museo Sorolla.

Y justo antes de subir a la primera planta, La siesta, un cuadro “moderno”. Deteneros también en él y mirad las diferencias de estilo y de técnica con los anteriores. Mirad las imágenes pero mirad también las manchas de color.

En la planta superior han dispuesto los paneles de la Hispanic Society of America de Nueva York que llegan a España por primera vez y que, sinceramente…no me gustan. Aquí surge un casticismo decimonónico y desafortunado, un romanticismo que ya no habría de tener lugar a principio del XX, un tipismo rancio y excesivo. Todo esto era lo que tampoco les gustaba a Unamuno o Valle de Sorolla. Sin embargo, aun en estos paneles no de mi gusto me detuve en Ayamonte. La pesca del atún donde aparecen momentos bien interesantes en la disposición de las figuras y en el manejo del color.

Santiago Ramón y Cajal. Óleo sobre lienzo, 1906. Museo de Zaragoza.

Santiago Ramón y Cajal. Óleo sobre lienzo, 1906. Zaragoza, Museo de Zaragoza.

Y sigue habiendo muchos otros Sorollas. El retratista magnífico, el paisajista íntimo, sus autorretratos… Fijaros en el retrato de Cajal: inteligencia, fortaleza, seguridad, nada de engañosa humildad. Mirad al diplomático y fotógrafo danés Christian Franzen: mírale al doblar la sala, te está fotografiando a tí.

El fotógrafo Christian Franzen. Óleo sobre lienzo, 1903. Colección particular.

El fotógrafo Christian Franzen. Óleo sobre lienzo, 1903. Colección particular.

En fin, disfrutad de un pintor espléndido. Figurativo, sí; de éxito, sí; rico, sí…y nada de eso es peyorativo ante el arte inmenso de uno de los mejores pintores de la historia de España y esto, no es decir poco.
¡¡¡Ah, Pepe, no me metas en mas líos!!!

Fernando Mena Babiano es (Médico Inspector, en excedencia), responsable de la Dirección Médica de la Unidad de Control de I.T.C.C. de la Mutua Fraternidad-Muprespa.

Nota del editor: Como habrán podido comprobar los lectores, mi amistad por Fernando no es excusa para falsos elogios, sino coartada para abusar de sus virtudes como anónimo experto en pintura, para deleite de todos quiénes le lean. Gracias Fernando, pero no te prometo nada; conozco tus otras virtudes y no me resisto a seguir abusando. Pepe Morán.

El baño del caballo. Óleo sobre lienzo, 1909. Madrid, Museo Sorolla.

El baño del caballo. Óleo sobre lienzo, 1909. Madrid, Museo Sorolla.

Información Complementaria:
Información general de la exposición (26 de mayo – 6 de septiembre 2009):
Del 26 de mayo al 6 de septiembre de 2009
De martes a domingo de 9 a 20 h (último acceso a las 19 h)
Edificio Jerónimos A, B, C y D (acceso por sala B)

Venta y reserva anticipada de entradas:
Tel. 902-107-077 - Compra online
Individual, 9 €; Reducida: 4.5 €; Gratuita.

Presentación de Cuadros de Joaquín Sorolla

3 comentarios:

José Manuel Mendieta dijo...

Gracias Fernando y gracias Pepe por este magnífico artículo, tanto en texto como en edición.
Sólo un pero, y no al artículo, me parece lamentable que la exposición no sea gratis al menos algunos días, como se ha hecho en otras ocasiones.
Realmente, me parece lamentable que todos los museos no sean gratis. Siento envidia cuando, por ejemplo, en Londres se puede entrar en el British Museum o en la National Gallery sólo dando los buenos días.

Luis Fernandez de Simon dijo...

Me ha encantado el artículo sobre la exposición de Sorolla en El Prado y felicito a su autor, creo que expresa perfectamente todo lo que significa esta magnifica exposición.
He tenido el privilegio de disfrutarla en una visita privada y solo puedo sumarme a las impresiones de Fernando, me parece una exposición antológica con todos los Sorollas posibles, que son muchos, con tantas etapas diferentes en su pintura, con las influencias sociales de la época, con ese sentido comercial que también tenia, vivir de la pintura no es nada fácil, y por eso los preciosos retratos diferentes de su mujer y sus hijas en los que querían verse reflejadas las damas de la aristocracia neoorquina,
La verdad es que son muchas las miradas con que Sorolla retrato el mundo, desde su maravillosa Javea hasta esos cuadros enormes encargados por la Hispánica Society y que en algún momento le hicieron desfallecer.
Siempre que visito una exposición me quedo con un cuadro, ese cuadro que te llevarías a tu casa, en esta muestra todavía la elección es mas difícil, pero dejándome llevar por las sensaciones me quedo con “la siesta”

Presidencia de AISSMa ;-) dijo...

Durante los meses de julio y agosto, el Museo del Prado abrirá la Exposición Temporal Joaquín Sorolla hasta las diez de la noche, gracias al apoyo de Turismo Madrid.

Además, la dirección del Museo ha decidido prorrogar la exposición hasta el 13 de septiembre, dado el éxito que está teniendo la muestra (más de 250.000 visitantes hasta fines de julio), y dentro del escaso margen de disponibilidad de su próximo traslado a Valencia.

¡Carpe diem!

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